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Arte y Salud: formación artística en centros de reclusión

Idartes lleva sus procesos de formación artística a más de 450 personas privadas de la libertad, en lo corrido del año
Una persona de espaldas ve unos cuadros en la pared
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Las personas privadas de la libertad en Bogotá han encontrado una vía para explorar sus vivencias, expresar sus emociones y fortalecer sus lazos. Con su Programa Crea, el Instituto Distrital de las Artes – Idartes ha llegado a instituciones como la Cárcel La Picota, la Cárcel Modelo y el Buen Pastor, vinculando a 453 personas de febrero a agosto de 2024.

El Instituto Distrital de las Artes – Idartes y su Programa Crea generan procesos de formación con enfoque diferencial y poblacional. Así, a través de la línea Arte y Salud, han fomentado que personas privadas de la libertad encuentren nuevas formas de relacionarse consigo mismos, con el mundo, con la comunidad o el entorno que los rodea por medio de la creación, la experimentación y la práctica artística. De febrero a agosto de 2024, han vinculado a un total de 453 personas privadas de la libertad en instituciones como la Cárcel La Picota, la Cárcel Modelo, Buen Pastor, y centros de reclusión militar, entre otros. 

El número de participantes refleja un esfuerzo constante y creciente, comparado con los 218 atendidos en 2022 y los 548 en 2023. Este crecimiento no solo demuestra la efectividad de los talleres de formación artística, sino también la creciente necesidad de llevar estos procesos a más personas que enfrentan condiciones de vulnerabilidad.

María Claudia Parias, directora del Instituto Distrital de las Artes – Idartes explica que: “Nuestros procesos de formación artística en la Línea Arte y Salud incluyen a un amplio número de poblaciones, entre ellas personas privadas de la libertad, personas con discapacidad, personas mayores, habitantes de calle, niños y niñas en restitución de derechos, colectivos y organizaciones de mujeres, personas de los sectores sociales LGBTIQ+, entre otras”. Este enfoque integral ha permitido que el arte se convierta en un medio para movilizar reflexiones profundas en torno a las condiciones de vida de los participantes.

Uno de los testimonios que destaca la potencia de estos procesos es el de Juan Pablo, quien participa en el grupo de breakdance en la Cárcel y Penitenciaría de Media Seguridad de Bogotá La Modelo. “Nos hemos sentido muy bien en el proceso, es un lugar donde puedes desahogarte, no solo físicamente, sino también emocional y espiritualmente”, comenta Sandoval. Para él, el breakdance ha sido más que una actividad recreativa; ha sido una herramienta para reimaginar su futuro y transformar su cotidianidad. “He aprendido que no tengo que esperar a salir para empezar a hacer algo significativo,” añade, subrayando cómo el arte ha moldeado su perspectiva de vida.

La nueva apuesta con la Línea Arte y Salud no solo busca la formación en lenguajes artísticos, sino que también se enfoca en fortalecer los vínculos, lo colectivo, el bienestar y el cuidado. “Estas particularidades hacen que nuestro enfoque pedagógico sea único. Aunque valoramos la adquisición de conocimientos técnicos en lenguajes artísticos, también es fundamental para nosotros que los participantes exploren sus experiencias, anécdotas y memorias dentro del proceso”, afirma Parias.

Este enfoque permite que los procesos de formación se adapten a las particularidades de cada población, “La capacidad de sorprendernos, descubrir nuevos mundos y formas de creación artística es el núcleo de la Línea Arte y Salud. Valoramos profundamente el fortalecimiento de los vínculos y lo colectivo, considerándolo tanto un medio como un fin del proceso pedagógico”, agrega.

Al respecto, desde la Cárcel y Penitenciaría de Media Seguridad de Bogotá La Modelo, Juan Carlos, quien hace parte del taller de literatura dice que: “La escritura nos permite plasmar nuestras emociones y reencontrarnos con el pasado” y recalca el impacto positivo de estos espacios creativos. “Soy un convencido de que la educación transforma el mundo, y para nosotros, como privados de la libertad, es vital que el Distrito continúe apoyando estos programas”, enfatizando la necesidad de mantener y expandir estas iniciativas que no solo ocupan el tiempo de los internos, sino que les moviliza emocionalmente. 

Esta opinión es compartida por Diana Carolina, integrante del grupo musical Voces de Libertad de la Reclusión de Mujeres El Buen Pastor. “Estos espacios son importantes para abrirse dentro de las reclusiones”, afirma Diana, quien reconoce que participar en este grupo le ha ayudado a descubrir talentos artísticos que no sabía que tenía. “Este programa me ha permitido liberarme y reconocer mis dones artísticos”, comenta, agradeciendo al artista formador por su dedicación y apoyo constante. El grupo, que nació el año pasado, ha sido un canal para que estas mujeres encuentren una voz y un sentido de unidad en medio de su situación.

Yaneth Reyes, subdirectora de formación del Instituto, resume el impacto de estos esfuerzos al afirmar: “Desde esta línea, se asume que la formación artística posibilita otras formas de producir subjetividades. La formación y la práctica artística se convierten en una poderosa herramienta que permite movilizar y conectarse con la potencia vital”.

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