Entrevistas

“Invertir en la infancia es una inversión a largo plazo”: Los Fi

Este grupo de teatro experimental chileno invita a explorar cómo lo cotidiano cobra vida en sus talleres en la Bienal de Bogotá.
Este grupo de teatro experimental chileno  invita a explorar cómo lo cotidiano cobra vida en sus talleres en la Bienal de Bogotá.
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En el escenario de un espectáculo de Los Fi, todo comienza con una caja de cartón desgastada. Al abrirla, el público observa cómo un mundo de posibilidades se despliega: una simple lata se convierte en un tambor, un trozo de tela se transforma en un velo que esculpe el aire, y un viejo neumático resuena con el eco de las risas. A través de movimientos precisos y una coreografía que entrelaza la danza y la comedia, los actores dan vida a estos objetos olvidados, creando historias que invitan a los espectadores a sentir y reflexionar. En cada escena, la risa se mezcla con la introspección, mientras el clown se funde con la música, y los gestos cuentan relatos que trascienden palabras.

Los Fi es un grupo de teatro experimental de Chile que se destaca por su estilo innovador. A lo largo de sus más de 23 años de trayectoria, ha ganado notoriedad por su capacidad de mezclar diferentes formas de arte, como la música, el teatro físico, el clown y las artes visuales. Sus intentegrantes reutilizan materiales en sus producciones, dándoles una nueva vida a través de la creatividad escénica. Uno de sus sellos distintivos es la combinación de humor con elementos críticos y filosóficos, lo que les permite abordar temas profundos de manera accesible y entretenida.

Durante su participación en la Bienal Internacional de Artes para la Infancia en Bogotá, los espectáculos de Los Fi podrán disfrutarse de manera gratuita, llevando su arte a un público más amplio. En esta bienal ofrecerán talleres y presentaciones que no sólo estimularán la creatividad de los adultos y cuidadores, sino que también reforzarán la importancia del arte en el desarrollo integral de las infancias.

El grupo de teatro ha expresado su admiración por el Instituto Distrital de las Artes – Idartes al organizar este evento, destacando que es fundamental crear espacios donde los niños puedan explorar, aprender y soñar con un futuro mejor. Este tipo de políticas públicas es un ejemplo claro de cómo se puede poner a las infancias en el centro de la conversación cultural, abriendo puertas hacia un mundo más inclusivo y lleno de posibilidades.

¿Qué es lo que más les emociona de participar en esta bienal?

Por primera vez vamos a realizar un taller en el cual compartimos nuestras herramientas artísticas, pensadas para creadores desde el teatro, las artes callejeras, la música o cualquier persona que trabaje con niños. Nos gusta compartir estas herramientas no solo con los que crean para la infancia, sino también con los niños, ya que esto abre su creatividad.

¿Qué significa para ustedes poder compartir sus herramientas artísticas con educadores y otros profesionales?

Es un honor poder compartir nuestras “cajas de herramientas” con artistas, educadores y profesores que trabajan con niños. Como teatro latinoamericano, tenemos que hacer de todo: producimos, actuamos, vendemos, compramos… Aquí lo llamamos ‘circo pobre’, porque somos actores y actrices, pero también tenemos que encargarnos de la producción de nuestras obras. Llevamos ya 23 años juntos, lo cual es un logro importante, especialmente en Chile donde no tenemos tanto apoyo gubernamental como hay en otros países. Hemos creado nuestro propio modelo de gestión vendiendo nuestro trabajo a empresas privadas y colegios.

Precisamente, ¿cómo gestionan su trabajo como compañía de teatro en un entorno con pocos apoyos gubernamentales?

En Chile no tenemos mucho apoyo gubernamental. A veces conseguimos que nos apoyen con pasajes para ir al extranjero, pero no tenemos una asignación directa de recursos. Hemos creado nuestro propio modelo de gestión, vendiendo nuestro trabajo a empresas privadas y colegios. Esto también es parte de lo que llaman ‘economía naranja’, un término que se utilizó mucho en Colombia y que nosotros conocimos cuando estuvimos aquí en uno de nuestros viajes. La gestión de recursos en teatro latinoamericano es muy particular; nos toca ser multifacéticos.

En este sentido, ¿qué opinión les genera que el Instituto Distrital de las Artes – Idartes organice una Bienal Internacional de Artes para la Infancia que además es de acceso libre?

Es muy positivo ver que en Colombia se están tomando medidas para impulsar el arte y la cultura para la infancia. Espacios como la bienal no solo permiten la visibilización de este tipo de arte, sino que se convierten en un referente para otros países. La idea de pensar a largo plazo, de invertir en la infancia, es una apuesta que no necesariamente da réditos inmediatos, pero sí genera un impacto duradero en la sociedad. Que Bogotá tenga espacios como la Bienal es un ejemplo de cómo las políticas públicas pueden ser un puente entre las familias y el acceso al arte y la cultura, sin importar las barreras económicas.

Esas acciones que Colombia está tomando sirven de inspiración para otras ciudades y países, puede suceder que con la Bienal Internacional de Artes para la Infancia se muestre cómo invertir en cultura para los más jóvenes beneficia a toda la sociedad.


¿Qué creen que se necesita para visibilizar más el arte y la cultura para la infancia?

Las políticas públicas para la infancia también repercuten en los padres, quienes quieren educar a sus hijos de la mejor manera. Cuando no se tienen los recursos económicos, estas políticas se vuelven el puente entre las familias y el acceso a la cultura.

Además, la Bienal Internacional de Artes para la Infancia de Bogotá es un gran ejemplo de cómo se está generando acceso a espectáculos y talleres que impactan directamente a las infancias. No solo se llevan espectáculos de calidad nacional e internacional, sino que también se realizan talleres en los cuales los participantes adquieren herramientas útiles para seguir creando para las infancias en el futuro. Aparte, se hacen conversatorios para analizar qué está pasando a nivel mundial en la creación para las infancias. Esto visibiliza problemáticas que no habían sido abordadas en Colombia ni en toda Latinoamérica.

Hablando de las infancias, ¿cómo ven el enfoque de crear para niñas y para niños?

La infancia ha estado un poco relegada, especialmente porque los niños no votan. Desde un punto de vista político, es más rentable destinar recursos a la educación universitaria, por ejemplo, que a la primera infancia. Sin embargo, toda la estimulación creativa que se pueda hacer en un niño tendrá repercusiones a largo plazo, porque influye en cómo gestionarán sus emociones y cómo se comportarán de adultos. Invertir en la infancia es una inversión a largo plazo, que no beneficia al gobierno de turno, pero sí al país a largo plazo. Es una forma de pensar en una sociedad menos violenta y más colaborativa en el futuro.

Hablando de su obra, ¿cómo gestionan la creación y el traslado de los instrumentos hechos de material reciclado?

Hay tres partes en este proceso. Primero, llevamos parte de la utilería desde Chile, cosas pequeñas que podemos transportar en avión. Segundo, hacemos alianzas con empresas locales, como Lito Puntos Verdes, que nos ayuda a recolectar chatarra electrónica para usarla en la obra. Tercero, construimos y pintamos parte de los objetos aquí mismo, como los contenedores o las maderas. Es un trabajo colaborativo que nos permite crear con los desechos locales y darles un nuevo uso. También tratamos de que los materiales sean reutilizables y reciclables para generar el menor impacto posible. Lo que usamos es, en su mayoría, madera, ya que es un material que se puede reutilizar muchas veces.

¿Cómo se relaciona el arte que crean con el impacto medioambiental?

Aunque reutilizamos objetos para crear nuestros instrumentos musicales, no pretendemos que sea una solución ambiental per se. Es una solución creativa, no medioambiental. Por ejemplo, no necesitamos que cada neumático se convierta en un tambor porque no necesitamos tantos tambores. La creatividad es importante, pero la reutilización tiene que pensarse desde cada área. Lo importante es el potencial artístico y cómo eso puede generar conciencia. Además, nos gusta trabajar con objetos y desechos locales, lo que nos permite que cada obra tenga un vínculo con el lugar donde la presentamos.

¿Qué pueden esperar los participantes del taller que van a dictar?

El taller se llama El cuerpo y su potencial creativo. Queremos ofrecer una caja de herramientas a las personas que trabajen con infancias o que quieran crear para ellas. Vamos a explorar el cuerpo como instrumento musical, las posibilidades del movimiento y las emociones que se pueden gatillar (impulsar) a través del teatro. La idea es que los participantes se lleven herramientas que puedan aplicar en su propio trabajo con niños y niñas. Aunque no es un taller específicamente ambiental, vamos a reutilizar objetos y explorar la creatividad desde lo que nos rodea. Vamos a trabajar el potencial musical, emocional, de movimiento y creativo de los participantes.

Hablando del impacto emocional, ¿qué rol juegan las emociones en el teatro y el trabajo con infancias?

Nos encanta abordar las emociones desde el juego. Por ejemplo, en uno de nuestros talleres recientes con niños, un niño mencionó que vio a Messi llorar tras perder una final de la Copa América. Usamos ese ejemplo para hablar sobre cómo es natural sentir tristeza o frustración, incluso cuando eres el mejor del mundo en algo. Eso les permitió reflexionar sobre cómo enfrentan sus propias emociones. El teatro nos da la oportunidad de hablar sobre lo que sentimos y, al hacerlo, entendernos mejor a nosotros mismos y a los demás.

La Bienal Internacional de Artes para la Infancia en Bogotá se llevará a cabo del 15 al 20 de octubre y las funciones de Los Fi tendrán lugar el 17 de octubre en el Teatro El Ensueño a las 10 a.m. y 3 p.m., con inscripción previa. Además, ofrecerán sus talleres el 18 y 19 de octubre en la Universidad Jorge Tadeo Lozano, también con inscripción previa. 

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