Pareciera teatro del absurdo, pero es la realidad. Esta, nuestra absurda realidad. Doce grupos de teatro de Bogotá amenazados de muerte por defender los derechos humanos, según afirman los firmantes de la amenaza, águilas negras que deberían volar muy alto, libres como el arte. ¿Y por qué no hablamos? nos preguntamos, tal vez ingenuamente, pero convencidos de que debe ser el camino para absolver diferencias. Se trata de grupos que hacen su trabajo en los sectores más populares de la ciudad y cuya función social debe ser aplaudida. De parte de TEATROS tengan nuestra absoluta solidaridad y la voluntad en la búsqueda de caminos pacíficos para aclarar este paisaje de horror. Esperamos que los contradictores se unan a esta búsqueda, sería lo mejor para el arte, la vida y para un país donde quepamos todos. En medio de esta inquietante realidad, que quisiéramos fuera apenas un pasajero eclipse, presentamos este número de la revista, que pretende hacer una primera valoración del recién creado Instituto Distrital de las Artes, en funciones desde el principio de este año, entidad que viene a llenar el vacío dejado por la reforma administrativa que constituyó la Secretaría de Cultura

Recreación y Deporte y que indujo al martirio administrativo de los últimos años. Es bueno recordar que la propuesta del Instituto Distrital de las Artes surgió de la propia comunidad artística y hoy es 
una realidad, pese a las inquietudes sobre la participación de los artistas en su Consejo Directivo y en la definición de su Dirección, así como sobre su presupuesto y sus relaciones orgánicas con las diversas áreas artísticas y los procesos locales, en fin, dinámicas que en algunos casos seguramente precisan de trámite en el Concejo de Bogotá, y en otros, de ajustes y desarrollos en el esquema de trabajo del Instituto. De todas maneras el Instituto Distrital de las Artes es un logro fundamental para la ciudad y sus procesos artísticos, por lo cual hemos querido indagar sobre su sentido y primeros pasos, a partir de entrevistas y textos de sus responsables directos, así como de representantes del quehacer teatral, dado nuestro interés específico en el área. Este tema, pues, constituye el dossier del presente número. Pero hay otros que refieren diversos tópicos del arte dramático, entre los cuales vale la pena destacar el artículo de Juan Carlos Moyano sobre el reconocido pensador, maestro y director Eugenio Barba, tan importante en la evolución de algunas tendencias del teatro contemporáneo. Ratificando nuestra fraternidad con los compañeros amenazados, esperamos que esta entrega de la Revista TEATROS sea útil a los lectores. Así mismo recordamos que estas páginas están abiertas a la reflexión diversa y plural de nuestro teatro.